sábado, 28 de noviembre de 2015

La Celestina

Todo el mundo conoce este título, ya sea por haberlo escuchado o por haber tenido que leer la obra en algún momento de su vida, La Celestina es cultura popular, habría que vivir debajo de una roca para no tener constancia de que existe tal obra. Y es que, ¿por qué es tan importante este medio drama-medio novela?

Quizás ahora no nos parezca nada del otro mundo, salvo por su extenso y pedante vocabulario, o enriquecida variedad lingüística. De cualquier forma, La Celestina es algo más que un cúmulo de palabras ilegibles, esta tragicomedia marca un antes y un después en la manera de escribir. Por un lado, en la obra apenas aparecen menciones religiosas,  no solo eso, sino que además, en la imagen de los personajes, sobre todo en Calisto, se puede apreciar un "rechazo" a la religión cristiana... Por ejemplo, cuando Sempronio duda de su devoción y como respuesta obtiene: "Melibeo soy y a Melibea adoro y en Melibea creo y a Melibea amo", dejando así claro que él no cree en ningún Dios, que lo único que le importa es Melibea. Y así, a lo largo de toda la obra, ciertas secciones demuestran la falta de fe de Calisto, como varias conversaciones de Sempronio con otros personajes.

Otra de las innovaciones de Fernando de Rojas (y nuestro anónimo del primer acto), es la parodia al amor cortés y es que, al contrario que dicha tendencia, el enamorado ni es un trovador que sirve a la dama, ni la dama tiene mucha intención de conservar su honra, ya que a la mínima ansia ver a Calisto y entregarse a él. Entre romance y pasión de los ricos, hay unos personajes merecedores del título de protagonistas. Me refiero a los criados Pármeno y Sempronio, a las prostitutas Elicia y Arúsa, y por supuesto a la que da nombre a la obra: Celestina. Dichos personajes, aunque son de clase baja, intervienen en la obra mucho más que los personajes más nobles. Por ejemplo, mientras que la muerte de Calisto es debida a su torpeza, la muerte de Celestina es más intensa e influyente en la obra: que esta ocurra desencadena la muerte de los demás personajes. Por estas razones, La Celestina será la primera obra donde el pueblo llano toma las riendas y los nobles no serán  los personajes más esenciales. Pero no solo eso, se ve que el autor, al darse cuenta de todo lo nuevo que había metido en la obra, se dijo, "ya que estoy, meto brujería también", ya que había blasfemado a lo largo de la tragicomedia con la falta o burla a lo religioso, ¿qué más daría darle a la Celestina el oficio de hechicera, además de todos los otros tantos de baja reputación que tenía? Además, el hecho de haber brujería interfiere en la consecución de los hechos, y nos hace preguntarnos si Melibea realmente se enamoró de Calisto, aún con las precauciones de Lucrecia, criada suya, o fue un conjuro lo que hizo que cambiase la opinión de esta dama respecto a él.

Una vez leído el libro, te das cuenta de que recibió el nombre de "tragicomedia" por alguna razón. En todo momento el humor está presente en los diálogos, eso sí, un humor de la época, complejo y, por supuesto, utilizando expresiones que jamás hubiésemos imaginado que existirían, por lo que para nosotros, alumnos, más que riéndonos, acabábamos de leer el párrafo con un "¿Eing?". En cuanto a la "tragedia", no se puede negar que no exista, puesto que una vez terminada la obra, hay más personajes con la cabeza abierta que los que continúan con todos los órganos en su sitio.

En la obra hay un hecho que la divide en dos mitades, este es la muerte de Celestina a manos de los criados, en concreto, por la daga de Sempronio. A la mañana siguiente de morir Celestina y con ella Pármeno y Sempronio ajusticiados aparecen tres nuevos personajes, Tristán y Sosia que sustituirán a los criados de Calisto y Centurio, creado para vengar la muerte de Celestina,(venganza que acaba sin ejecutar)  bajo órdenes de Areúsa, a quien ama.  

La muerte de Celestina desencadena la muerte de los criados, que a su vez provocan, indirectamente la muerte de su amo, puesto que sus sustitutos, son más fieles, sí, pero también más torpes que estos y a la hora de sujetarle la escalera a Calisto, Tristán y Sosia se distraen y no logran evitar el desdichado final de su amo. Con la muerte de Calisto se produce el suicidio de Melibea, y a causa de esto, la obra finaliza con un acto compuesto por un (interminable) monólogo de Pleberio donde llora la muerte de su hija.

Como conclusión he de decir que la dificultad de esta lectura me ha llevado varias veces a preguntarme si vale la pena continuar leyendo pero siempre me acababa repitiendo que el saber no es gratis y para ser "un poquito más culto" hay que hacer algunas cosas, aunque cuesten un poco y al final, acabas disfrutando hasta algo que al principio habías dado por hecho que odiarías.  
"Alegre es la fuente clara
o quien con gran sed la vea;
mas muy más dulce es la cara
de Calisto y Melibea.
[...]
Melibea con su amado.
Nunca fue más deseado
amado de su amiga
ni noche más sin fatiga,
ni huerto más visitado."*
*Versos cantados por Lucrecia a Melibea poco antes del desdichado final de Calisto.

viernes, 13 de noviembre de 2015

Carta de un fantasma

Ojeó dentro del sobre en busca de más hojas o de algún pedazo de papel que negara todo lo que acababa de leer. Simplemente no era capaz de creer que una persona hubiese dedicado toda su vida a él. Entonces la recordó. Recordó a la niña que vivía en frente, y a la joven que estuvo mirando su ventana desde la calle y a la mujer que había confundido con una prostituta. Y las relacionó. Era como si ahora todo encajase, ahora todas le parecían idénticas, cuando en su momento, ni se había percatado del parecido.

De repente pensó en las flores. Esa misma mañana acababa de recibir un ramo de rosas blancas, esas rosas que tanto le gustaban, ahora sabía quién las había mandado siempre. "¿Entonces? ¿Seguirá viva?", fue en lo único que pudo pensar. Y así, día tras día, la idea de que siguiera viva empezó a atormentarle. La buscó. Recorrió todas las calles de la ciudad buscándola , viajó hasta donde debía vivir su madre si no había muerto todavía, pero no la encontró.

Un año exacto después recibió otra carta, de remitente anónimo. No era un sobre grueso como la última vez. En realidad, solo contenía una tarjetita blanca que decía: "No me busques, ya estoy muerta". No recibió rosas ese año. Ni al siguiente.

En dos años, había incubado una obsesión por la mujer de las rosas blancas. No volvió a salir con ninguna mujer, pasaba días sin salir de casa y a penas comía, se alimentaba de leer la carta. Los pocos amigos que aún le quedaban no hacían más que preguntarle cual era la causa de su estado y él siempre contestaba con respuestas vagas o monosílabos.

No era capaz de creer que la mujer de su vida estaba muerta. Él sabía que se encontraba en algún lugar del mundo y que la acabaría encontrando. Tenía una fe ciega en que aparecería un día debajo de su ventana, que podría verla y decirle todo el tiempo que había pasado pensando en ella, todas las horas que había estado inmerso en la lectura de su carta. Quería recitársela completa, para demostrar lo mucho que la quería.

Entonces, seis años más tarde, enfermó. Las noches en vela y los días sin comer y sin salir le pasaron factura. Nadie del mundo exterior era ya consciente de lo que le ocurría al escritor, el único que le acompañó en su lecho de muerte fue su mayordomo, a quien mandó escribir una carta que él dictaría. Decía así: 

"Nunca te he reconocido y nunca se ha podido alguien arrepentir tanto de algo. Te he echado tanto de menos aunque apenas hayamos cruzado un par de palabras y un par de noches hace tanto tiempo... Desde que leí tu carta no pude parar de buscarte, pasé meses enteros recorriendo el mundo para encontrarte, gasté todo lo que tenía en tu búsqueda, pero no te encontré. Pasé años encerrado leyendo tu carta una y otra vez, impregnándome de ti. Sé que estás viva en algún lugar pero me temo que ya no podremos volver a encontrarnos. Solo deseo que esta carta llegue a ti algún día. Nunca he querido tanto a alguien como quiero a la mujer que me enviaba rosas blancas por mi cumpleaños, nunca he querido tanto a alguien como te quiero a ti".

Cuando terminó de dictar la carta, las lágrimas empezaron a nublar sus ojos, las convulsiones hacían temblar la cama en la que moriría a la mañana siguiente.


Nadie recibió nunca su carta y su desconocida nunca supo que su amor por fin había sido correspondido. 

Light Pink Pointer